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Equilibrio, Sintonía e Interlocución: las claves de Robert Brufau

En el Distrito Creativo y Cultural de la ciudad de Barcelona cohabitan una suma de espacios de talla internacional. Uno de ellos es L’Auditori de Barcelona que pronto celebrará el 25 aniversario de su inauguración. Un año también marcado por un relato artístico que pondrá punto final a tres temporadas que comenzó con La Creación (2020-21), siguió con Amor y odio (2021.22) y acabará con el último episodi Mort o Retorn, que situará el oyente en el inevitable final, explorando diferentes aproximaciones a la muerte.   Una apuesta ideada por el director de L’Auditori, Robert Brufau y su equipo.

Hemos hablado con él para que nos depure todo el engranaje de este equipamiento tan emblemático de la ciudad, como es L’Auditori, y de su trabajo y recorrido durante estos cuatro años que lleva al frente como director.

 

En septiembre comienza el 3º movimiento: Mort o Retorn, que clausura este relato articulado en tres años. ¿Exploraremos la muerte para volver a nacer?

Han sido tres temporadas consecutivas inspiradas en un proceso vital con temas muy universales como la Creación, Amor y Odi y ahora con La Mort o Retorn.  Este último, abordamos la aproximación a la muerte desde la perspectiva de la cultura occidental y cristiana, así como otras tradiciones más orientales acercándonos a la idea cíclica de la existencia, como la muerte del género.  Aquí, las derivadas son infinitas. Tendremos muchos repertorios centrados en la tradición occidental de clásica que trae el tema de la muerte, como los grandes réquiems.

En el próximo ciclo serán temas que se relacionarán más con los retos de la sociedad del siglo XXI, más palpables, que reflexionan la actualidad contemporánea.

 

Siempre se le ha escuchado decir que la OBC es el buque insignia de L’Auditori. Uno de los grandes retos cuando entró en la dirección era posicionar la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC) como instrumento de referencia. ¿Parece que el viento sopla a favor?

Estoy muy contento con los pasos que estamos haciendo, es cierto que esto forma parte de un proceso de largo recorrido y que los frutos se irán recogiendo en los próximos años. Girar un barco como este en tres años es imposible, en cambio poner los cimientos de lo que será un proyecto de futuro, aquí sí que se puede empezar a construir. Los grandes cambios que hemos estado implementando son muy significativos en el caso de la OBC.  Por un lado, tener una interlocución constante con todo el equipo de gestión y mantener una buena sintonía con la dirección musical es fundamental. Suena obvio, pero no siempre pasa. Ha habido un cambio en el equipo de gestión, no sólo la parte mía como director, sino también el equipo que está gestionando la OBC, que está haciendo un trabajo extraordinario y un seguimiento de cerca de todos los procesos que se deben tener en cuenta.

Por otro lado, teníamos un instrumento muy mal tratado, muy dañado a lo largo de los años por culpa de una ley de 2008 que no permitía incorporar las nuevas plazas perdidas que se jubilaban. Esto hace que acumule una fragilidad poco usual en una orquestara nacional. Todo esto, lo estamos reconstruyendo de nuevo y ahora ya estamos por encima de los ochenta músicos y esta reconstrucción se tiene que acabar en dos años.

También cabe destacar el tema de la nueva dirección musical, que no es menor; es muy importante. Hemos incorporado una nueva titularidad como es Ludovic Morlot que es un músico extraordinario, y no sólo por los premios que lo avalan, (5 Grammys, impulsor de un premio Pulitzer, todo el trabajo que ha hecho durante su  trajectoria) realmente ha llegado a  llevar a cabo una tarea de gran valor, como es la investigación impresionante de repertorio de compositoras y compositores catalanes, así como  la investigación musicológica, y luego hay que valorar también todo el proyecto que quiere desarrollar con los instrumentos de la Orquesta.  Es un personaje muy potente que está implicadísimo, y creo que es una suerte haberlo incorporado.

Y con él completando este equipo artístico, contamos con Marta Gardolińska, que es nuestra principal directora invitada, también una directora muy interesante. Más junior, pero también con un perfil muy potente con un trabajo excelente durante su carrera. De alguna manera, estamos en la línea de unas políticas de género que se están implementando desde hace cinco años de forma muy contundente y esperamos que se genere un cambio y un afecto rebote en este aspecto, sobre todo en los auditorios de toda Europa.  En cualquier caso, la Orquesta ha dado un paso adelante muy grande, ahora ha normalizado la presencia de mujeres directoras al frente y también jóvenes con un gran talento. Estamos teniendo muy buenas experiencias, como es el caso de Stephanie Childress, con la inauguración del Festival Mozart Nit d’Estiu.  ¡No es que sea joven, acaba de salir del cascarón! Es tan extraordinaria que todos los músicos la adoran.

 

Cada año sale una nueva hornada de músicos excepcionales provenientes de las escuelas superiores de música, tanto de la rama más clásica como moderna. ¿Qué vínculo tenéis con la ESMUC?

Tenemos mucha relación. Uno de los buenos ejemplos en el terreno de la música moderna (jazz) es el festival Emergentes dedicado a los jóvenes talentos, donde presentamos cada noche uno de los proyectos seleccionados por las escuelas (también hay jóvenes del Taller de Músics y del Liceo). También presentamos L’ESMUC Big Band, cada año en su proyecto final de estudio y el ESMUC Jazz Project, donde está involucrados tanto profesores como alumnos. Además, también hay exalumnos y profesores del ESMUC como, por ejemplo, Joan Vidal, Lluc Casares, el Néstor Jiménez y el Lluís Vidal, que lideran la Barcelona Nord Orquestra, que actúan y presentan a menudo sus proyectos en L’Auditori.  Como ellos, otras generaciones más actuales como Sandra Montfort de «Marala Trio», artista Valenciana, que presentará su trabajo más reciente. Creo que estamos haciendo buen trabajo en este sentido, el reto en todo caso está en el ámbito de músicas modernas y dotarlo de personalidad.

Tenemos una programación que se llama Sit Back, más encaminada en el terreno de canción de autor y del Pop que nos funciona muy bien, donde colaboramos con todos los agentes principales de la ciudad de música moderna, festivales como el Sonar, el Cruïlla, el Primavera Sound o también con  los agentes y salas de conciertos como Razzmatazz, el Afluent, con propuestas muy interesantes que están en su universo, pero que estos agentes tienen un comoponente de riesgo que cuesta abordar;  y que desde L’Auditori podemos asumir con un espacio en condiciones muy específicas que invita a sentarse y escuchar con unos atributos acústicos únicos.

 

Cuándo es el momento de plantear y hacer la elección de actuaciones que se incluirán en la programación anual, ¿qué criterios ponéis sobre la mesa?  

No trabajamos tanto con las propuestas que nos llegan, este es un cambio de planteamiento importante. Hay agentes programadores que reciben muchas propuestas y que entonces tienen que hacer una elección. En nuestro caso no trabajamos así.  Somos nosotros que vamos a buscar, que hablamos con tal coproductor, con tal artista para encargarle un proyecto. Sí que recibimos muchas propuestas y que a veces te funcionan con lo que necesitas, pero normalmente somos nosotros quienes las vamos a buscar. Depende también de cada línea de actividad. Piensa que celebramos más de 550 conciertos al año, y la parte de sinfónica es muy suntuosa.

El cambio de planteamiento, a la hora de abordar estos relatos artísticos, es muy difícil y es un reto dotar a una casa tan diversa con programación de una cierta personalidad. Así que decidimos trabajar con relatos artísticos reales, no marketinianos.  Que tienen un argumento detrás de la programación y, por tanto, o bien el artista se adapta adecuando su proyecto a nuestro relato o bien, vas a buscar un proyecto que te encaje con este relato.  El relato nos marca muchísimo, no te diré el 100%, pero si un 80 o 90 % de lo que decidimos hacer.

También influye las personalidads de las programaciones: evidentemente, tenemos un carácter público y hace que nuestra cuenta de resultados sea muy diferente a la de otra entidad de carácter privado. Nosotros debemos tener un carácter similar al que tienen otras instituciones públicas: como el MNAC, MACBA, CCCB; arriesgando y acercándonos a aquellos repertorios que nadie programará en el ámbito privado.

 

¿Y cómo está respondiendo el público más joven?

Bien, muy bien. De hecho, este público no es el problema, al revés. Hay una realidad europea, que a menudo lo hablamos con otros colegas internacionales, y es que el público de la clásica es un público envejecido. Y no es un problema de ahora, manuscritos del archivo del Palau de la Música de principios del siglo XX ya decían lo mismo.

Siempre ha sido un público con una etapa más madura de la vida, pero hay que trabajar en contra de eso y no quedarte con una actitud conformista.  El abonado de la Orquesta sí que tiene un perfil, y en este aspecto sí que hay que cultivarlo a la baja.

Jugamos con la ventaja de que el público joven no tiene prejuicios, se adapta mucho a nevos y a viejos formatos.  Cuanto más tiempo llevas escuchando música, es más difícil acercarte a otros formatos.  De todas maneras, no te quiero engañar, todavía tenemos trabajo.

Uno de los ejercicios que hicimos aquí en la casa fue instaurar Sampler Series –de la aprobación de nuevas músicas que tenemos­– y consiste en hacer un concierto en L’Auditori y otro en un espacio museístico de la ciudad y eso era estratégico, (sabíamos que eso se había hecho en otros lugares de Europa) que el público cercano a las artes plásticas es un público más cercano y abierto a nuevas experiencias, y como no estaba formado en el terreno sinfónico o clásico tradicional ni académico, no tenía ningún tipo de prejuicio. Y funcionó muy bien.  Es curioso que el público «no formado académicamente o no melómano» está más abierto a nuevas experiencias.

Otras acciones ha sido establecer los abonos, quizás será una fórmula que tenderá a reducirse. Estás pidiendo un compromiso muy concreto. Pero, piensa que ahora también nos abonamos más que nunca.  Debes observar el consumo que hacemos de las plataformas digitales como Netflix o Spotify y otras. Nosotros programamos mucha música, cada día puedes venir a ver y a escuchar música en L’Auditori.  El concepto «oferta gigante + abono» lo tenemos. Por lo tanto, creamos el abono tarifa plana a diferentes edades y está funcionando muy bien. Tenemos la Tarifa Plana 25 y la de 35, con las que por solo 50 u 85 euros, y los menores de 25 y 35 años pueden acceder a toda la programación de L’Auditori durante un año.  El concepto compromiso con la institución es total.   Y si en un futuro encuentras un equilibrio con todas las edades, puede ser muy positivo.

 

Si hablamos de futuro no podemos aludir a las nuevas tecnologías, muy presentes en nuestro día a día. Últimamente, se habla mucho de la realidad aumentada y virtual, como también de la nueva era del «metaverso» y las NFT.  ¿De qué manera espacios como L’Auditori están innovando en este sentido? O más bien, ¿es el turno de mirar de reojo para ver cómo evoluciona esta tecnología en los usuarios? 

Estamos pensando en ello y lo tenemos a la vista, sobre todo los que estamos programando y tejiendo el proyecto, pero es cierto que como institución pública la norma no nos acompaña, hay un terreno normativo y legal a desarrollar, que no será exclusivo de L’Auditori, sino administrativo. Podríamos estar planteando nuevas formas de mecenazgo, con financiación NFT, por ejemplo. Estoy seguro de que en Estados Unidos se están explorando, sobre todo porque las organizaciones son de carácter más privativo, pero sí que estamos abordando mucho temas tecnológicos donde nosotros podemos aportar nuestro granito de arena. Sin ir más lejos, todo lo que estamos grabando con la OBC, y con encargos que hemos realizado, lo estamos grabando con 3D, para luego poder descargarlo y oírlo a la carta.  La versión 3D existe con todos los instrumentos, que es un terreno que nosotros tecnológicamente podemos ser punteros. En otros temas como la comunicación estamos lanzando una nueva web, que si todo va bien será efectiva a partir del mes de octubre, que integrará todo lo que será L’Auditori Play. El giro básicamente es una inversión muy grande en el terreno digital en el sentido de acercar la música a los usuarios y con productos muy bien acabados y complementarios al directo puro y duro. Todo ello, integrado con un nuevo sistema CRM de venda. No seremos punteros en este sentido, pero si que esta nueva plataforma es muy necesaria y estará muy bien hecha. Con contenidos no sólo de lo que pasa dentro en la casa, sino también con contenido divulgativo. Intentar no poner tanto el acento en el directo y mostrar más todo lo que tú no puedes ver como público.

 

¿Tienes alguna novedad más que te gustaría compartir con nosotros?

Están pasando cosas muy intensas; como en todos los equipamientos grandes, a pesar de ser un equipamiento público con músculo, inercia y unos privilegios, hemos vivido la pandemia muy dura y para todos y para el sector ha sido un reto muy difícil.  Desde el punto de vista de la gestión de una OBC que no podía tocar durante este periodo ha sido un drama.  Pero estamos consiguiendo cosas muy interesantes. Artísticamente hemos hablado mucho, y en el ámbito estructural también estamos haciendo muchas cosas. “La Llanterna” (Linterna) exterior por ejemplo, hacía quince años que estaba apagada. Será muy espectacular cuando esté operativa a finales de septiembre. Después también cabe destacar la intervención acústica que estamos llevando a cabo en la Sala 1. No se ha hecho nunca desde que se construyó.  Y esperamos a finales de año tenerla a punto.  Ya veréis que será espectacular.